Daniel Pradilla


Yo que digo todo
que no tengo misterios con nadie
hace tiempo que pienso y no he podido entender
cómo es eso de callarse para parecer interesante
retener la intriga en la mirada de soslayo
como tú, mujer de escasas palabras








En el reverso de una factura,
durante una noche
blanca de celebración
en la capital de la muerte,
te extrañe contra tres mil
trescientos treinta bolívares.
Añoré tu maltrato, tus loqueras,
nuestro desencuentro.




Hoy hablé con una mujer que me puso vertiginoso con sus finales de palabra roncos, sus ¿por qué? -pausa- yo no muerdo de tigresa trajeada de negro con rayas grises que marcan sus curvas en mi memoria mientras esquivo frases y automóviles bajando al valle por la carretera panamericana.








Leyendo poesía por las autopistas de la capital
sin ver el camino hablando como loco
de cosas irresponsables irracionales prohibidas.

-Quiero ir a Rusia
luego agregó en voz baja
-contigo

A uno lo matan como un perro
y en vez de echar sangre,
echa las palabras que nunca dijo.




Cambiaron mi corazón por una papa
y es por eso que ahora nada me importa
cambiaría mi oficio por el de un carnicero
un degollador de cerdos gritones
hombre en delantal bañado en sangre
con el corazón vuelto un tubérculo.







En el intersticio de los asientos
una morena lee un instructivo
para emigrar a Barcelona
.
Pavese en mis manos
da vida a los árboles
en los torrentes del Po.
Por debajo del puente Veracruz
pasa un río también.
A los lados del puente Veracruz
también hay árboles
sujetando del infinito a la ciudad.
Caracas también es una selva,
al Ávila y a mí nos gusta la residencia
y a veces nos encontramos
y a mí siempre se me olvida decirle:
quiero verte aparecer sobre edificios,
tocando cielo,
rompiendo nubes,
hasta que muera.






Los edificios de oficina
esas fábricas inmensas
de mujeres lindas
han decidido despachar toda la producción
mientras el resto
potenciales poetas del vértigo
miramos asombrados en las aceras.








Mantis. Mujer epifánica.
Seis religiones te describen
No te pongas sentimental con los vagabundos.
Cada quien adapta la fe a sus actos diarios,
a sus culpas no confesas.








Chacao es un hervidero de preocupación y algarabía en los rostros sudorosos de la gente. En la panadería, un hombre visiblemente invertido me invita a gastar su sueldo comenzando por un chocolate caliente, me odia cuando declino su oferta. Los tipos sentados en las aceras vestidos de nylon me miran a los ojos. Un policía lleva las manos ocupadas con la compra del día. En el metro me observan consternados mientras escribo, como si garabateara en la libreta con una ardilla muerta.











Dentro de poco
termina la última jornada
el ronquido del motor
me dormirá este tedio contra la ventana.
Llegaré
y todo estará quizás
un poco más antiguo
más derrotado, más cubierto
de este polvo
que son las cenizas del tiempo.



Contacto: [email protected]

| Qué, Por qué y Cómo | Cuándo y dónde | Para qué | Quiénes |
| Agradecimientos | Galería | Tienda | Contacto |


el fósforo que tienen en sus manos puede ser una idea